viernes, enero 20, 2006

"J. y T. se conocieron durante la Segunda Guerra Mundial. T. fue llamado a filas y ambos mantuvieron un breve noviazgo antes de que él se marchara al extranjero. T. luchó en el frente, lo consideraron desaparecido en combate, y poco después se le dio por muerto. Mientras tanto, J. y su familia se trasladaron a otra ciudad y, posteriormente, J. se casó. La cuestión es que T. no había muerto. Lo habían herido y durante bastante tiempo permaneció hospitalizado. Al final se recuperó y regresó a su país, donde se casó con otra chica de su pueblo. J. estuvo cincuenta y un años casada, hasta que su esposo murió. T. estuvo casado cincuenta años, hasta el fallecimiento de su esposa. Entonces T. empezó a pensar en J. y realizó algunas pesquisas. Pronto descubrió su paradero y la telefoneó. Ella se alegró de volver a saber de él y decidieron verse de nuevo. Su encuentro se produjo al cabo de tres meses. Descubrieron que seguían queriendose, reanudaron su noviazgo interrumpido y se casaron".

El misterio del amor es mayor que el misterio de la muerte.

3 comentarios:

Elena -sin h- dijo...

Conocí una historia real parecida... en la Guerra Civil Española, sólo que ella tardó un poco en casarse y él apareció años después cuando, teóricamente, llevaba ya tiempo muerto... y sí, se casaron y ahí siguen, contando batallitas a sus nietos ;)

estranxeru dijo...

Esta es también una historia real.Nada de ficción hay en ella. Sólo me reservé los nombres de los protagonistas y el lugar del suceso.

SKATOLARIS dijo...

¿Y que se supone que enseña la historia?
¿La estupidez humana de quedarse con el disco pegado mientras la pasaron del uno con sus primeras parejas para después, a lo David Copperfield, darse cuenta que vivieron cincuenta años al revés?; o bien ¡Qué vivan las segundas oportunidades para esconder mi miedo a la soledad!.
C.S. Lewis filosofa que estos esperpentos en realidad nunca amaron otra cosa que a ellos mismos.