"Te conocí de madrugada en el barrio destartalado de mis sueños. Te regalé unos zapatos de gamuza azul y me invitaste a cenar caracoles un sábado por la noche. 'La vida hay que vivirla', me dijiste. 'Si la vida te deja', te respondí. Sin violines en la recámara me besaste con sabor a frutas del bosque, y ahora vivo con un hígado enfermo y el corazón roto".
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