"Sólo se pueden mantener unas relaciones amorosas satisfactorias poniendo en juego una inteligencia compartida, es decir, un uso interactivo del pensar, del sentir, del hablar. Una pareja que la posea mantiene lazos de comunicación fluidos y eficaces, resuelve más problemas de los que plantea, favorece la instalación en la realidad y ayuda a que cada uno de sus miembros consiga sus metas personales. La unión permite entonces articular motivaciones que parecen opuestas. Cada miembro aspira a su propia felicidad, pero en un contexto que implica la felicidad de la otra persona".
"La inteligencia fracasada. Teoría y práctica de la estupidez" (José Antonio Marina, 2004)
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