"Reconstruye con la imaginación la tarde que podía haber pasado en su casa, cómodamente, preparando la comida que ha comprado, tumbándose en el sofá junto a la estantería de los libros y leyendo hasta caer rendido de sueño. A primera vista, es una escena encantadora y convincente de placer hogareño. Solo pasados unos instantes advierte George la omisión que la hace insensata. Lo que queda excluido es Jim, echado al otro lado del sofá, leyendo también; los dos absortos en sus libros y, no obstante, plenamente conscientes de su mutua presencia".
"Un hombre soltero" (Christopher Isherwood, 1964)
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