"Un día Von Karajan caminaba con brío por una calle céntrica de una ciudad y otro hombre caminaba con el mismo brío por una calle que cortaba. Iban rumbo a una colisión, pero no lo veían porque un enorme edificio de oficinas situado en la esquina impedía la visión. Literalmente chocaron en la esquina y ambos se sobresaltaron por el choque y la sorpresa del mismo. ¡Imbécil!, le gritó el hombre a Von Karajan. Von Karajan se limitó a quitarse el sombrero a modo de saludo y respondió: Von Karajan".
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