"Caminante sin camino, sin aire para los pulmones, a un lado un precipicio, al otro un muro de ladrillos amarillos, a lo lejos la ciudad esmeralda, intocable, deslumbrante. Los mapas se quemaron y las brújulas se marchitaron.
La muchedumbre se agolpa, ciega, sorda, vociferando sin palabras, en el centro de la plaza. Quiere más de lo mismo.
La muchedumbre se agolpa, ciega, sorda, vociferando sin palabras, en el centro de la plaza. Quiere más de lo mismo.
Ojos que sangran la desesperación de una vida de ratas, de ratas que buscan una nueva noria de juguete. Más de lo mismo.
El vacío de la desesperación anega las alcantarillas de tu calle, las tuberías del hogar, llega a tus ventrículos y se esparce. El vacío, la servidumbre, la sumisión y vuelta a la desesperación. Sin antídotos, sin vacunas, sin chaleco antibalas".
El vacío de la desesperación anega las alcantarillas de tu calle, las tuberías del hogar, llega a tus ventrículos y se esparce. El vacío, la servidumbre, la sumisión y vuelta a la desesperación. Sin antídotos, sin vacunas, sin chaleco antibalas".
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