"H. estaba sentado en la terraza de un cafetería fumando a caladas regulares un trozo de su vida. Alrededor otras mesas esperaban el calor de otros cuerpos. H. estaba solo, frente a él, a unos quinientos metros, se elevaba majestuosa una arboleda. El sonido del viento al frotarse contra las hojas penetraba en sus oídos. Quizá el sonido del viento sea uno de los métodos de la naturaleza para comunicarse con nosotros, pensó H. Quizá la necesidad de no necesitar nada sea la manera de ganarlo todo, pensó también. Y siguió fumando".
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