"Hace un tiempo viví en una gran ciudad. Recuerdo las semanas previas a mi traslado como un periodo de grandes expectativas. Una gran ciudad, infinitas posibilidades, me decía. ¡Qué cantidad de diferentes cosas voy a poder hacer! Y en cierta medida estaba en lo cierto, pero -siempre hay un pero, o varios, ¿verdad?- a mi regreso del periplo urbanita, ya en la pequeña ciudad de provincias donde nací, se me reveló una máxima vital: nunca más viviría en una gran ciudad. Viviré y ganaré mi dinero en una ciudad de dimensiones humanas y, eso sí, después lo gastaré en una gran ciudad".
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